lunes, marzo 19, 2007

Las trampas de la primavera...



Debí publicarlo ayer, domingo 18 de Marzo del 2007. El día que se despertó en mí, el repentino deseo de gozar una soleada primavera...

El presentimiento del sol la despertó mucho antes de que reuniera las fuerzas suficientes para levantarse, y saltar de la cama, y subir la persiana. Sus ojos ya conocían la clase de mañana luminosa y limpia, crujiente y templada, que encontraron al otro lado del balcón, aquel cielo absolutamente azul, aquel aire absolutamente transparente, aquel regocijo de los colores recién nacidos, tan vivos, tan intensos de pronto como si hubieran salido de los lápices de un niño pequeño. La llegada de la primavera, pensó, bueno, es normal, y se fue a desayunar.
Ella recuerda desde siempre mañanas como ésta, la alegría fugaz y concentrada de unos pocos días buenos, benditos en su benéfica locura y en la enloquecida benignidad que producen. Mientras llena la cafetera, recuerda también que la primea vez que sintió auténtica ansiedad, esa clase especial de placer que es agridulce y sedienta a la vez, mientras se besaba con un chico, fue una mañana como ésta, tumbados los dos en el césped, en una ladera del parque.
Desde entonces han pasado unos cuantos años, y sin embargo, mientras espera a que el pan salga del tostador, este sol le devuelve a aquél, y el fervor pasado siembra un hormigueo traicionero y repentino debajo de su piel.
¡Qué tontería!, se dice, pero la luz, que no lo sabe, entra hasta el centro de la cocina, y la envuelve en una cápsula de calor invisible, instantáneo, tan confortable que de repente ya no sabe si es su piel o su memoria la que recuerda. ¡Qué tontería!, insiste, y sin embargo ya no es sólo aquella ladera de césped, sino muchos otros lugares, otros días y sobre todo otras noches, y ya no es sólo la locura del sol la que revive, sino sus propias locuras pasadas, hazañas turbias, feroces, de los años salvajes. ¡Qué tontería! Pero el tiempo opera extraños fenómenos, y si a los treinta años no podía recordar sin ruborizarse las barbaridades que había hecho a los veinte, ahora, dos años mayor, las mira, en cambio, con simpatía y una benevolente nostalgia de su propia juventud, aquella avidez perpetua, la implacable determinación de beberse cada noche una vida entera, como si pudiera vampirizarse la felicidad.
Es el sol, se dice, este espejismo adorable de la incipiente primavera que hace florecer los olmos secos y los ánimos exhaustos. Y siente un deseo repentino de vivir como antes, con la irresponsabilidad, y la insensatez, y la precariedad de antes. Meterse en el baño como antes, por ejemplo, y dedicar tres o cuatro horas sólo a ponerse guapa, y vaciar luego el armario encima de la cama, y probárselo todo muy despacio, jugando a combinar prendas sugerentes y provocadoras hasta encontrase con una imagen elegantemente sexy.

Luego perdería el tiempo hasta el atardecer y sólo entonces saldría a la calle, estudiaría su aspecto en los escaparates, se sentaría en una terraza a dejarse mirar. Tal vez no la miraría nadie, se dice a sí misma, pero eso sería lo de menos. Lo de más sería volver a los bares, evaluar el panorama de un vistazo, escoger un fragmento de la barra, hacerse amiga de este o de aquel camarero, y ligar, o coquetear un rato...
La verdad es que estaría bien, se dice, y sonríe, mientras lava la taza y el plato. Y el sol le sigue guiñando un ojo mientras se viste para ir a comer a casa de sus padres.

(Almudena, ¡tú si que eres Grande!)

9 Comments:

Blogger susej said...

Bien :)

marzo 19, 2007  
Blogger Fernando said...

Recoge todas las palabras y haz actos de primavera en tu corazón y en tu cuerpo de reina de treinta y tantos.....sé todo lo feliz que puedas!...un beso.

marzo 20, 2007  
Blogger amelche said...

Vaya... Parece que la primavera, la sangre altera. ;-)

marzo 20, 2007  
Blogger Enrique Ortiz said...

Yo he aprendido que me gusta la primavera muy recientemente, hace apenas unos años. Antes me gustaba más el invierno, el otoño. Ahora necesito que los días sean largos, que hay luz, que el aire sea tibio. Un beso.

marzo 20, 2007  
Blogger Asha said...

Ya te dije que el hada me había prometido un rayito de sol querido Susej. Cumplió.
Un abrazo tan enorme que aquí no cabe ;-)

Reina de treinta y tantos!!! Me gustó esa etiqueta Amigo Fernando.
Exprimiremos a la señora Primavera. Adoro el sol y los actos "primaverales"...
Un beso bien fuerte.

jajaja Amelche...altera, SÍ.
Decidí sacar del armario mi lado más frívolo y sensual..
Me cansé de la quejica llorona.
(A ver si se calla al menos un ratito)

El domingo por la mañana mientras tomaba el sol en la casa del campo acompañada por una copita de vino, un trocito de queso de cabra extremeño y un cigarro, recargué pilas. El artículo de Almudena Grandes publicado en el suplemento de un periódico regional me inspiró.
Habrá que empezar de verdad una nueva vida...empecemos por una sugerente primavera.
Vaya preparándose querida Amelche, el blog será testigo de mi lado (que añoraba) más descarado. Creo que el próximo post hablará de sexo. ;-)
Abrazo gordo.


Mmmmmm!!!
Días largos, luz, aire tibio..te entiendo amigo Enrique.
Aliñemos esa mezcla con sugerentes olores y sabores..y con un punto de insensatez y locura.
Un beso.

marzo 20, 2007  
Blogger Asha said...

Interesante, señor Carlos.
Habrá que echar una ojeadita a eso que me cuentas...
Siempre me gustó la farándula que envuelve al término "seducción".
Ni que decir tiene que a la niña que anida en mí, le gusta jugar.
Habrá que seguirle la pista.
Gracias "estratega" ;-)

marzo 20, 2007  
Blogger novengoenningunlibro said...

A mi desde siempre me ha gustado la primavera..."Quiero hacer contigo lo que la Primavera hace con los cerezos..." (no recuerdo si es de Becquer)
En todo caso, siempre me ha parecido de lo más sensual y toda la naturaleza lo celebra.
Saludos amiga :)

marzo 20, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Sé que no viene a cuento, pero no sabía dónde pegarlo... Perdón por la intrusión. Es lo que se me ocurrió ayer al leer lo que escribiste en el foro de Novengo.

Uno no es sino lo que hace sentir. Me llena de alegría ser amor sentido. Sentir amor siendo vuelo sobre el viento. Volar con quien desea acariciar las nubes blancas y escribir sobre ellas palabras de color. Sobrevolar en compañía... sentir. Que es lo único que uno es.
Besos a ambas, Novengo y Aylan.

marzo 21, 2007  
Blogger Asha said...

Bonita cita, novengo. Me la quedo, que quiero hacer con ella muchas cositas...
Un abrazo y que disfrutes de esta hermosa primavera.

No se admiten disculpas, señor vencejo. Y menos de una visita que agrada enormemente.
Ya dejé constancia de que me encanta cómo "sobrevuela".
Esas palabras que me regala me atrapan, especialmente hoy.

"Uno no es sino lo que hace sentir". Delicioso.

Las usaré como acicate junto a una preciosa experiencia de este fin de semana.
Un beso, y gracias por tan emocionante huella.

marzo 25, 2007  

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